Grace Teng

La fuerza y la dignidad en dos cuadros de historia españoles

This essay was written in the Spring 2012 semester as part of the Masterpieces in the Prado course at New York University, which is numbered ARTH-UA 9328.


La muerte de Viriato, jefe de los lusitanos es un cuadro de José de Madrazo, quien lo pintó en 1807. Está en el Museo del Prado, y es una representación de la historia de la traición y el asesinato de Viriato. Viriato fue un general lusitano muy respetado que luchó contra Roma en la península ibérica, y los romanos tuvieron que sobornar a sus soldados Audax, Ditalkón y Minuro para debilitar la resistencia lusitana a la expansión de Roma. En el cuadro, se ve a Viriato muerto en su cama, a los soldados lusitanos llorando a Viriato, y a los asesinos a la derecha del cuadro yéndose de la tienda de Viriato. Se considera que este cuadro fue la primera vez en que el tema de un cuadro de historia fue de un suceso de la historia de España antigua.

Este cuadro se considera el cuadro por excelencia del neoclasicismo español por su técnica impecable. En este cuadro José de Madrazo ha empleado una pinceleda tersa y muy bien definida y ha usado figuras muy clásicas y realistas. Aunque es un cuadro neoclásico, no hay una falta de color: Madrazo ha usado una gran variedad de colores, incluso el amarillo, el rojo, el azul, el verde y el blanco. El juego de luces y sombras refleja la influencia del chiaroscuro de Caravaggio.

El formato grande del cuadro le presta una grandiosidad impresionante. La composición del cuadro enfatiza la relación entre Viriato muerto y los traidores a la derecha del cuadro; no se puede verlo sin entender que hay alguna relación entre éstos. Madrazo ha creado una composición que incluye una amplia gama de emociones: asombro, tristeza, resignación, preocupación y rabia. Aún así, todas estas emociones se expresan a medida de la acción (y no, por ejemplo, a medida del color, o de formas más expresionistas, como iban a hacer Goya y Picasso): los soldados que lloran, las espadas desenvainadas, et cetera.

Hay una aceleración de la acción desde la derecha del cuadro, donde están los traidores todavía animados, por los soldades fieles a Viriato que lo lloran que tienen un movimiento colectivo hacia la izquierda, donde Viriato se queda muerto e inanimado y esta aceleración se detiene de repente.

Los soldados a la izquierda, a diferencia de los de la derecha, lo miran a Viriato sin moverse, sin el movimiento que tienen los demás, creando una sensación de resignación. Sin embargo, las lanzas verticales también señalan que no van a someterse, que no van a ceder. Detrás de la cama, hay dos figuras con espadas levantadas que parecen querer vengarse por Viriato. Todas las espadas desenvainadas de este cuadro tienen los puntos arriba, que da a este cuadro una verticalidad además de la línea horizontal principal entre Viriato y los traidores.

Existe cierta instantaneidad en este cuadro, pero no hay espontaneidad; aunque el espectador tenga la impresión de interrumpir la acción in media res, el cuadro no nos deja sentir que toda esta acción es espontánea, sino es premeditada, como la traición y el asesinato.

Todos los aspectos del cuadro funcionan para crear una impresión de fuerza y dignidad. El tamaño del lienzo, la pincelada controlada, los colores fuertes, la luz que predomina en la figura de Viriato y el contraste con la parte más oscura del fondo, la verticalidad de las lanzas y las espadas, hasta la rigidez de los pliegues casi cuadrados – todo esto otorga a Viriato una dignidad impresionante y fuerte. Ya que fue la primera vez que se representó un episodio de la historia de la España de la Antigüedad, es como si Madrazo nos dijera que los héroes de la península ibérica valían tanto como los del Imperio Romano.

Aunque el personaje más importante en este cuadro es Viriato, no se ve mucho de él. No está vestido como general, no lleva ropa especial, ni siquiera está en el primer plano del cuadro. Sólo la composición del cuadro, con todas las figuras orientadas hacia él, pueden indicar que la figura de Viriato es la más importante del cuadro. Esto también eleva la dignidad de Viriato; no es una persona importante en sí mismo, sino es importante porque otras personas le dan importancia y le respetan.

Es interesante comparar este cuadro con otro cuadro de historia que también habla de la historia de España, de la dignidad y de la fuerza. La defensa de Cádiz contra los ingleses de Francisco de Zurbarán, quien lo pintó en 1634 para el Salón de Reinos del Palacio de Buen Retiro. En este cuadro, se puede ver muy claramente la influencia de Velázquez, en particular, la influencia de La rendición de Breda: los generales militares están situados en el primer plano, y al fondo se ve el paisaje y la fuerza militar de España. De hecho, se pusieron La defensa de Cádiz y La rendición de Breda en la misma sala, el Salón de Reinos del Buen Retiro, y hoy en día están en la misma sala del Museo del Prado. La comparación entre los dos cuadros es muy natural, pero se puede comparar La defensa de Cádiz también con La muerte de Viriato, que resulta muy interesante.

En contraste con La muerte de Viriato, el tema del cuadro de Zurbarán es contemporáneo, no histórico. La defensa de Cádiz sucedió sólo nueve años antes de que Zurbarán pintara el cuadro. En La defensa de Cádiz contra los ingleses, se ve a Fernando Girón, gobernador de Cádiz, sentado en una silla dándoles órdenes a sus generales, quienes están vestidos de militar. Las bandas rojas y los bastones que llevan todos señalan que tienen poder. En el fondo, se ve la costa gaditana, el paisaje, varios castillos, ambos ejércitos y armadas; en tierra, los españoles ya han empezado a rechazar a los ingleses.

Como La muerte de Viriato, todo el cuadro está dedicado a mostrar la fuerza y la dignidad de los españoles contra los ingleses que invaden. Sin embargo, la manera en que Zurbarán logra mostrar esta fuerza y dignidad es completamente distinta. Al poner los generales en el primer plano, Zurbarán les ha dado una importancia, una fuerza y una autoridad. La gran escala de la armada del fondo contribuye a la impresión de fuerza que ha creado Zurbarán en este cuadro. El cuadro también es de gran formato, aunque no es tan grande como La muerte de Viriato, pero tiene una forma más cuadrada. Como en La muerte de Viriato, las líneas horizontales y verticales predominan en la composición del cuadro. Esto lo da la sensación de solidez e invencibilidad.

Hay dos líneas verticales que tienen una importancia particular en este cuadro. El castillo detrás del gobernador Fernando Girón es un símbolo de la defensa gaditana, y está paralelo a la línea más o menos vertical de la costa gaditana. Este paralelismo sugiere una identificación del castillo con la costa, que la costa es una línea de defensa que los ingleses no llegarán a cruzar.

El uso de iconografía enfatiza también la fuerza española: las bandas rojas y los bastones son símbolos de autoridad, y los castillos y los barcos en el fondo representan la fuerza militar de España. El hecho de que la armada y el ejército ocupan todo el fondo del cuadro, que en este cuadro no hay espacio vacío, señala la escala de la batalla.

La pincelada de La defensa de Cádiz también es fina, tersa y bien definida, aunque no llega a tiene la definición de la pincelada de La muerte de Viriato. Los colores son menos brillantes y más sobrios, y recuerdan otra vez de La rendición de Breda. Todo esto crea una impresión de calma en vez de la acción que predomina en el cuadro de Madrazo.

La composición del La defensa de Cádiz, ya que es una obra cuadrada, no invita al espectador verla desde la derecha hacia la izquierda o vice versa, sino desde el primer plano hacia atrás. El general del centro del cuadro, que puede ser el duque de Medina Sidonia, tiene la posición más dominante, y al ver el cuadro será el que advirtemos primero. Se entiende que esta batalla será importantísima – y además, se entiende que este general no duda que los españoles vayan a ganar. La actitud de los generales, que parece casi casual e informal a pesar de su vestido militar y la escena de la batalla justo detrás de ellos, crea la sensación de que estos hombres no tienen urgencia. Es una fuerza que radica en la superioridad segura y absoluta de los españoles, distinta de la fuerza de La muerte de Viriato, que radica en la fuerza de voluntad de los lusitanos.

En este cuadro, como en La muerte de Viriato, hay una instantaneidad, pero a diferencia del cuadro de Madrazo, también hay una espontaneidad muy velazqueña. El gobernador tiene el baston medio levantado, uno de los generales de la derecha del cuadro tiene la mano también medio levantada, y otro general ha girado la cabeza para mirar a éste. Todas estas acciones parecen naturales, no forzadas o rígidas como en La muerte de Viriato. Ésta es una de las diferencias más importantes entre el barroco y el neoclasicismo: en el barroco se enfatiza la acción del momento, mientras el neoclasicismo enfatiza más la grandiosidad del suceso que las emociones, usando figuras con emociones más moderadas que el barroco.

Aunque se conoce a Francisco de Zurbarán como maestro del uso de chiaroscuro, no se ve esta habilidad en La defensa de Cádiz. No hay gran juego de luces y sombra, y toda la escena está “iluminada”. Por lo tanto, no existe el mismo contraste dramático que existe en La muerte de Viriato, donde la luz predomina en la cabeza de Viriato que resalta contra la tela oscura de su tienda. Otra vez se puede ver los énfasis distintos de los dos cuadros: en La muerte de Viriato predominan la acción dramática y el contraste entre la luz y la sombra, lo bueno y lo malo; en La defensa de Cádiz se enfatiza la calma con la que los generales abordan el problema de la invasión inglesa.

Se ve otra gran diferencia entre los dos cuadros en el uso del espacio. La defensa de Cádiz tiene una profundidad espacial que no tiene La muerte de Viriato. Esta diferencia refleja la naturaleza distinta de la grandiosidad de los dos cuadros: aunque los generales de La defensa de Cádiz se visten de militar, no están vestidos para luchar. La batalla está lejana, a diferencia de la batalla de La muerte de Viriato, que no sólo está cercana sino ha llegado hasta la propia tienda de Viriato. La victoria española en La defensa de Cádiz viene de la fuerza colectiva y no de un suceso específico o de los generales españoles, y el cuadro refleja la importancia de las fuerzas armadas. Por otro lado, el asesinato de La muerte de Viriato tiene importancia en sí mismo, y la falta de profundidad centra la atención del espectador en la línea horizontal entre Viriato y sus asesinos que predomina la composición del cuadro.

La diferencia fundamental entre La defensa de Cádiz y La muerte de Viriato es que uno representa la dignidad de la victoria y el otro representa la dignidad ante la certeza de la derrota. La verticalidad, la calma y la magnitud de la fuerza española de La defensa de Cádiz señala que Cádiz no va a caer, mientras la verticalidad, la acción y las emociones moderadas y contenidas de La muerte de Viriato indica que los lusitanos no va a rendirse. Aunque Francisco de Zurbarán y José de Madrazo han empleado técnicas y estilos muy distintos, toda la técnica, toda la composición de los dos cuadros está dedicada a celebrar y glorificar la fuerza y la dignidad de los españoles o los lusitanos en la guerra, sean victoriosos o no.


Bibliografía