Grace Teng

El personaje del padre en El sur: carácter y caracterización

This essay was written in the Spring 2012 semester as part of the Spanish Culture Through Cinema course at New York University, which is numbered SPAN-UA 9994.


La película El sur de Víctor Érice, basada en el cuento de Adelaida García Morales, es la única adaptación que se estrenó antes de la publicación de la novela original. Esta relación única entre la novela y su adaptación ha permitido una variedad de cambios más grande y comprensiva que normalmente se aceptaría (Deveny 162). En particular, el personaje del padre, aunque no sea tan diferente en las dos versiones como el de la madre, ha sido modificado bastante en la caracterización (por ejemplo, su nombre, su trabajo, la naturaleza de su relación con la otra mujer en su vida), aunque la esencia fundamental de su carácter no ha cambiado.

En el cuento el personaje del padre, que se llama Rafael, es un profesor de francés, mientras en la película el padre, llamado Agustín, es un médico. Son profesiones que requieren mucha formación y cierto espíritu de cariño hacia los clientes, y por eso podemos inferir varias cosas: Rafael/Agustín es un hombre educado, probablemente cariñoso, al que atrae la razón. ¿Por qué en el cuento es un profesor de francés? Puede ser que esta profesión represente un mundo de ideas, que nos dice que el padre es un hombre que no vive en la realidad, sino en las posibilidades. El cambio de Víctor Érice resulta en una caracterización del padre sumamente interesante: el padre es el médico que no puede, no sabe curarse; es un médico que puede curar los cuerpos de otros, pero no puede sanar el corazón de sí mismo.

En la película, no se ve a Estrella yendo a Sevilla, más por motivos practicales del rodaje que por razones creativas. El efecto que esto tiene en el personaje de Agustín es que no descubremos en la película que el padre tiene un hijo en Sevilla. Sabemos que ha habido otra mujer, pero no sabemos cuánto tiempo lleva esta relación o hace cuánto tiempo que Agustín estuvo con Irene Ríos. No sabemos la profundidad de la relación entre Agustín e Irene Ríos, ni la razón por la que terminan los dos. La angustia de Agustín, entonces, parece más un caso simple de amor no correspondido.

Descubrimos al final del cuento que Rafael había abandonado a Gloria Valle en Santander, llevado por un impulso, y entonces – de cierto modo – en el cuento, tiene un carácter más impulsivo, es alguien que hace sin pensar demasiado. De hecho, en el cuento se le describe a Rafael como “irascible”, con “ademanes coléricos” (García Morales 27), y Rafael incluso le pega a su hija cuando la ve con un chico (35). La rabia y el dolor de Rafael estallan hacia fuera. Adriana dice: “Me asustaba oírte gritar como lo hacías por cualquier motivo” (27). Este carácter colérico es algo que sólo tiene Rafael, y Agustín no. En la película, no se ve nunca ni la rabia ni la impetuosidad de Rafael en el personaje de Agustín. Deveny afirma que “[the] elimination of the scene with her father’s violent reaction at seeing her with the boy imbues the father with a greater dimension of pathos, since his violence in the novel detracts from our empathy toward him” (171). El dolor de Agustín, en contraste con el de Rafael, es muy, muy contenido: su profunda pena y su cólera (si la tiene) raramente se manifiesta en acción exterior. La única excepción ocurre durante las preparaciones para la comunión de Estrella, cuando se oyen los disparos de Agustín en el campo como expresión de su rabia y angustia ante la iniciación de su hija en la Iglesia. Que este suceso sea la única expresión de rabia de Agustín en la película es importante, porque prefigura su suicidio y lo asocia no solamente con el dolor, sino también con su rabia contra el mundo y la realidad.

En el cuento, los lectores no tenemos idea concreta de lo que le cause tanto dolor hasta el final del cuento. Sabemos que hay otra mujer, podemos adivinar que hay amor no correspondido, pero lo importante es que no sabemos exactamente lo que es que le cause este sufrimiento, y es esta falta de entendimiento, por parte de Adriana y del lector, que crea la melancolia del cuento. Son las cartas que encuentra Adriana lo que nos abre una ventana para entender el personaje, el carácter esencial de Rafael y esa relación con Gloria Valle que lo tormenta tanto.

En la película, sin embargo, se nos muestra que existe esta relación con Irene Ríos mucho más antes que en el cuento. Sabemos que Agustín intenta ir a Sevilla, pero no logra levantarse a tiempo para coger el tren después de haber pasado la noche fumando. Es esta incapacidad – ni de ver a Irene, ni de volver a su vida con Julia y Estrella – lo que al final le hace suicidiarse. La atmósfera de sombra que subyace la película y el entorno familiar de Estrella viene tanto de la ambientación y la luz como de la historia del amor de Agustín e Irene Ríos, que de cierta forma es menos complicada que en el cuento: no se sabe que haya otro hijo, no hay el bagaje de haber abandonado a Irene Ríos en Santander. El resultado es un personaje igualmente profundo pero menos complicado que en el cuento.

En el cuento de García Morales, Rafael vuelve a Sevilla para ver a su madre moribunda y se supone que allí encuentra a Gloria Valle, y esto es la causa de la ira de Teresa, la madre de Adriana. Por otro lado, cuando Estrella le pregunta a su madre para ver si conoce el nombre de Irene Ríos, Julia no tiene ninguna reacción extraordinaria, que insinua que la madre no sabe en absoluto que Agustín tenga este secreto. En ambos textos, Rafael/Agustín casi nunca se comunica con su esposa. A pesar de ser marido y mujer, parece que a Rafael/Agustín no le interesa la vida de su mujer en absoluto, y su esposa tampoco sabe nada de la vida de su propio marido.

La excepción notable a este patrón conductual es cuando Rafael dice a su esposa que si no fuera por Adriana, se pegaría un tiro (García Morales 27). Está claro que su único vínculo con el mundo exterior es su hija, y este vínculo final, tan precario y delicado, se rompe en la conversación final entre Rafael y Adriana cuando Adriana menciona el nombre de Gloria Valle y se encuentran que ya es imposible comunicarse.

Rafael/Agustín tiene una doble personalidad y lleva una doble vida: tiene dos mujeres y dos hijos. una vida paralela a la otra. En el cuento esta doble vida se manifiesta por la separación geográfica entre Sevilla y la residencia actual de Rafael, por su distancia emocional y el proceso de desprenderse de la sociedad y de la realidad. Se puede decir que la doble vida de Rafael se refleja en la de Adriana: la vida de Adriana dentro de la casa y la vida fuera, una ligada a la realidad y a otra gente, la otra muy lejos de toda realidad. También se puede argüir que ya que la carta de Adriana es un retrato de su padre por medio de la perspectiva de la hija, también es una forma de “doblar” la vida de Rafael – un espejo en el que se puede ver una visión de Rafael, por así decir.

Sin embargo, en la película Víctor Érice emplea un recurso visual muy particular para mostrarnos esta dobla personalidad: los espejos. Justo antes de la comunión, se ve a Agustín mirándose en el espejo, y luego otra vez al final de la película, después de que Estrella lo interroga sobre el tema de Irene Ríos. En ambos casos, no se revela el reflejo: la única persona que lo ve es Agustín mismo. Esto alude al hecho de que sólo Agustín tenga entrada a esa otra vida privada y escondida.

El uso de espejos y la falta del reflejo tienen otro significado. Según Deveny, Érice ha dicho que Agustín representa a “many men who have a split personality… and who cannot find themselves” (167). La doble personalidad de Agustín lo impulsa a encontrar algo que le permita conciliar las dos partes de su personalidad, en efecto, a encontrarse a sí mismo – pero literalmente no puede, no se ve en el espejo. La doble personalidad, lo bueno y lo malo ambos están contenidos dentro de él mismo. No es que sean cosas separadas, sino que son dos caras de la misma moneda, como dice Milagros a Estrella: “de los malos, de los buenos, mira… cuando la República, bueno, antes de la guerra. Tu abuelo era de los malos y tu padre de los buenos. Pero cuando ganó Franco, tu abuelo se convirtió en un santo y tu padre en un demonio.”

Esto es la esencia del personaje del padre en ambos textos de El sur: lo bueno y lo malo, lo razonable y lo emocional, la realidad y la imaginación, un santo y un demonio a la vez, contenido todo en una sola persona, hasta tal punto que la tensión entre las dos partes de su personalidad, luchando entre sí, acaban con él. No importa que sea Rafael o sea Agustín: aunque hay cambios en la caracterización del padre en la película, el carácter del padre en ambos casos es efectivamente igual.


Bibliografía